sábado, 28 de diciembre de 2013

Escribir


A mí no me gusta escribir. Me gusta, en todo caso, haber escrito. La felicidad no es siempre la antesala de la felicidad, a veces es un felpudo tras una puerta trasera que se cierra dejándote a la intemperie. El placer de haber escrito dura poco, como un orgasmo masculino, que cuando llega ya se está yendo como me dijo un día un amigo. Haber escrito ni siquiera soporta la comparación con lo que se siente delante de una tarta de chocolate.

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