domingo, 6 de diciembre de 2015

Se nos fue Churruca.


En mi casa,los últimos dos de diciembre se celebran con júbilo puesto que es el cumpleaños de mi padre y hace relativamente poco nos dio un susto bastante importante. Gracias a dios, ahora anda paseando muy saludablemente sus 77 años por las calles de una ciudad asturiana, contando batallitas e intentando juntar incansablemente a sus hijos y nietos con cualquier excusa.

Este dos de diciembre no ha sido como los demás porque se nos han ido Javier  Pérez-Cepeda, el Almirante, Curro, Churruca y Churru, dependiendo del grado de amistad o confianza que se le tuviese. 

Pocos he conocido que hayan suscitado tanto cariño unánime. Sé de gente, mucha, que aún sin conocerlo, se le llenó la cara de lágrimas al saber la noticia. Es, también, mi caso.

Al sentimiento de tristeza, al menos en mi caso, se le une un cierto sentimiento de ridículo, puesto  que no lo conocía en persona, cosa que me hubiese gustado (y quiero pensar que a él también), y no me siento legitimado a sentirme así.

En cierta medida, creo usurpar el espacio de aquellos que sí lo conocían y siento que tal vez falto a su respeto mostrando mi dolor, no pudiendo compararse al suyo, que no soy capaz de imaginarme.

No tengo mucho que añadir a todo lo que se ha dicho sobre Churruca, porque se han dicho y escrito muchas cosas y mucho mejor de lo que yo podría hacer.

Sólo sé varias cosas: que su muerte ha unido en una especie de familia a todos sus amigos, cosa que sin duda le hará feliz allá donde esté, que cualquier amigo de Javier es ahora mi amigo y que cada mañana, conservando algo de mi adolescencia rebelde, le daré los buenos días.

Cuatro días llevamos sus seguidores y amigos ("Todos lo éramos. Así nos trataba", me escribe por DM uno de sus amigos más íntimos), como un ejército de zombies, buscando un sitio en el que posar todo este cariño que nos sobra.

He intentado escribir algo sobre Javier durante toda la semana, pero me ha sobrado tristeza y me han faltado palabras.

martes, 25 de agosto de 2015

Entre la imagen que tenéis de mí, la imagen que tengo yo de mí y la imagen que creo que tenéis de mí, si alguna vez lo supe, ya no sé quien soy.

jueves, 21 de mayo de 2015

Hoy, que por fin he decidido sentarme a escribir, no tengo nada sobre lo que escribir.

En realidad tengo mucho sobre lo que escribir y nada sobre lo que escribir.

Me gustaría poder escribir una gran nada llena de matices y que tú, que me lees, también lo entendieras sin entenderlo.

Estoy seguro que hay un montón de cosas que se entienden sin entenderse, porque nuestras respectivas confusiones, que son previas al lenguaje, se comunican entre sí; nuestras nadas se confunden.

Lo de sentirse inclinado hacia las letras en lugar de hacia otro tipo de artes se convierte en una limitación (otra más).

Si me fuese posible empuñar un pincel "escribiría" uno de esos cuadros en diversas tonalidades de blanco y estoy seguro de que terminaría pensando: "Todo esto es lo que no os tengo que decir y os lo acabo de decir de-puta-madre". Por desgracia, apenas llego a diferenciar los colores del arcoiris (Teruel existe pero el añil es azul) . Las tonalidades de blanco se las dejo a quienes sepan diferenciarlas que, por añadidura, suelen ser los que siempre tienen algo sobre lo que expresarse de manera clara y prolija.

Yo, que no soy de esos, os dejo esta cosa amorfa de nota, esta plasta de barro, este trozo de madera sin tallar , este pase desde la banda de Villarroya, para que cada uno le saque lo que mejor le parezca, aunque lo más lógico es que se vaya al primer anfiteatro




miércoles, 7 de enero de 2015

Editorial de France Soir en 2006. Su director fue despedido el día siguiente.

Non par goût gratuit de la provocation, mais parce qu'ils constituent l'objet d'une controverse d'ampleur mondiale qui n'a rien de moins pour enjeu que l'équilibre et les limites mutuelles, en démocratie, entre le respect des croyances religieuses et la liberté d'expression.il n'y a dans les dessins incriminés aucune intention raciste, aucune volonté de dénigrement d'une communauté en tant que telle. Certains sont drôles, d'autres moins, voilà tout. Et c'est pour le démontrer que nous avons choisi de les publier.
Il faut donc écraser à nouveau l'infâme, comme se plaisait à le répéter Voltaire. Cette intolérance religieuse qui ne supporte nulle moquerie, nulle satire, nulle raillerie. Nous voilà sommés, nous, citoyens de sociétés démocratiques et laïques, de condamner une douzaine de caricatures jugées offensantes pour l'islam. Et sommés par qui ? Par les Frères musulmans, la Syrie, le Jihad islamique, les ministres de l'Intérieur des pays arabes, la Conférence islamique... Que des paragons de tolérance, d'humanisme et de démocratie.Ainsi, il devrait leur être présenté des excuses, parce que la liberté d'expression qu'ils refusent jour après jour à chacun de leurs citoyens, fidèles ou militants, s'est exercée dans une société échappant à leur férule. C'est le monde à l'envers. Non, nous ne nous excuserons jamais d'êtres libres de parler, de penser et de croire.Puisque ces docteurs autoproclamés de la foi en font une question de principe, il faut être ferme. Clamons-le autant qu'il le sera nécessaire, on a le droit de caricaturer Mahomet, Jésus, Bouddha, Yahvé et toutes les déclinaisons du théisme. Cela s'appelle la liberté d'expression dans un pays laïque...
 
Janvier, 2006.