lunes, 30 de diciembre de 2013

Alone together

He de confesar que yo, en mi vida, sólo le he sido fiel a la cerveza, al chocolate y al jazz. La gente que duerme poco, como es mi caso, agradece mucho el jazz, que parece una droga diseñada para noctámbulos, desordenados y gente de muchos matices en la personalidad. Y, además, el jazz es de mucho follar. Mucho, bien y con ganas. Porque escuchando jazz se folla como si el polvo fuese a durar para siempre, como si la noche fuese a durar para siempre y como si la música fuese a durar para siempre. Es una música que te acompaña amablemente a la puerta y te saca del tiempo y con la que, aunque estés acompañado, siempre estás a solas. Tiene algo de paso en el vacío, de magia oscura, de vértigo alegre.
    Posiblemente aún no te guste el jazz pero hay tantos tipos de jazz que es imposible que alguno no lo haga y, créeme, el algún momento verás como el jazz te pone todas las cartas boca arriba y te descubre todos los caminos posibles. Pero siempre es de noche. Y siempre son de ida. No esperes tren de vuelta: no lo hay

    Eso sí, los amantes del jazz siempre estamos solos pero juntos.

    sábado, 28 de diciembre de 2013

    Escribir


    A mí no me gusta escribir. Me gusta, en todo caso, haber escrito. La felicidad no es siempre la antesala de la felicidad, a veces es un felpudo tras una puerta trasera que se cierra dejándote a la intemperie. El placer de haber escrito dura poco, como un orgasmo masculino, que cuando llega ya se está yendo como me dijo un día un amigo. Haber escrito ni siquiera soporta la comparación con lo que se siente delante de una tarta de chocolate.
    Al amor de verdad se le conoce sobrio y se le despide borracho y nunca al revés.

    domingo, 15 de diciembre de 2013

    Hice una puerta para poder cerrar y abrir, como pupila o párpado, los mundos.

    Corre por ahí el rumor de que si abres y cierras tres veces el armario, aparecerá inmediatamente  la ropa que deseas ponerte. 

    Hace ya unos cuantos años,  José ángel Valente escribía

    ┐Dalet
    Tejí la oscura guirnalda de las letras:
    hice una puerta para poder cerrar y abrir,
    como pupila o párpado, los mundos.


    La constante, en la vida rutinaria o en la literatura, es la sensación de pérdida y una búsqueda que una el mundo en el que no sabemos lo que somos al mundo en el que estamos destinados a existir.

    También Arquímedes dejó escrito hace más de un par de fines de semana: Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo. Podría haber dejado escrito: o no me des ningún punto de apoyo y dame pastillas para el mareo.

    He abierto y cerrado los armarios de abedúl, las pupilas del amor y los párpados de las letras las veces suficientes como para descreer ese tipo de superstición  y, así, he terminado por adoptar la frase con la que doy la bienvenida en la biografía de mi tuiter: "Desde ningún sitio a toda prisa hacia ninguna parte". 

    Vivir es una huída hacia adelante, un andar a tientas en la  vida, así que si alguien me ve pestañeando extrañamente delante del espejo no es para saber quién soy y si abro y cierro tres veces la puerta del armario, tenedlo claro: no es por superstición, es por costumbre.



    lunes, 9 de diciembre de 2013

    Todos los Benjamines Prado Benjamín Prado

    "Je m'appelle Erik Satie, comme tout le monde", Erik Satie



    Tal vez en unos años alguna eminencia en farmacología escriba unos apéndices al prospecto del Frenadol y eso lo explique todo pero esta mañana, cuando he entrado en mi tuiter,  no me ha pasado desapercibida una cosa: el alto número de personas que se parecen a Benjamín Prado.

    La mayor parte de las recomendaciones que me hace tuiter, salvando la de Antón Losada, son de personas que se parecen a Benjamín Prado. Tanto se parece todo el mundo a Benjamín Prado que hasta Antón Losada se está empezando a parecer a Benjamín Prado.

    Es un hecho que cada poeta es, a su vez, muchos poetas y así Benjamín Prado esconde dentro de sí muchos Benjamines Prados pero creo que algo ha pasado y ya hay más Benjamines Prado fuera de Benjamín Prado que dentro. Es como si el propio Benjamín Prado fuese un dique para contener a los Benjamines Prado que no cupiesen en Benjamín Prado y ese dique se hubiese roto y de repente todo se hubiese inundado de Benjamín Prado.

    Sucede algunas veces que los hechos están ahí y sólo te das cuenta cuando están todas las cartas (todas las caras) dadas. Ahora mismo acabo de comprobar que, efectivamente, debajo de mi cara de sorpresa, también yo tengo la cara de Benjamín Prado, como todo el mundo.