martes, 6 de agosto de 2013

Me han cambiado el paso



Tengo una sensación extraña cuando pienso en mi vida: la de que siempre llego tarde cuando algo importante podría haberme sucedido y que siempre me voy cinco minutos antes de que me vuelva a suceder. De hecho, aún me sorprende encontrar aparcamiento alguna vez.

Me da la impresión de ir siempre detrás de mí, persiguiéndome, como si se me hubiese retrasado el reloj. Hasta en mis pesadillas aparezco caminando sin parar desde ningún sitio a toda prisa hacia ninguna parte. 

Con esta falta de sincronía con mi vida, al final me sucede con la felicidad lo que al protagonista de los tangos con las mujeres: que siempre se van con otro. Eso sí, nunca faltará gente que dirá que la felicidad se encuentra en disfrutar de los placeres pequeños. Yo los escucho como si acabase de bajar de una máquina del tiempo un vendedor de crecepelo a cantarnos las virtudes de la homeopatía psicológica.

La gente que te anima a disfrutar de los pequeños placeres de la vida es porque ya se ha saciado con los grandes o porque está frustrada por no poder alcanzarlos. Lo de los placeres pequeños es como lo de los que hablan del dinero y dicen que no da la felicidad, que nunca son pobres.

A mí que me den  los placeres como los chuletones, grandes, y la vida en su punto y a su hora.

3 comentarios: