domingo, 14 de julio de 2013


Escribo porque no tengo mujer ni hijos ni perro que me ladre y la última planta que tuve fue un cactus (y lo maté) ni tengo memoria ni vergüenza y soy tan pobre que sólo tengo imaginación y qué otra cosa puedo dar.

Escribo porque espero, o mientras espero, porque te espero y porque sabes que te espero y he decidido que estoy cansado de intentar llenar tu ausencia con toneladas de vacío.

Escribo con el convencimiento de que un día derribarás la puerta de mi casa de una patada, a lo Chuck Norris, llevando en la mano una caja de herramienta llena de sonrisas y que te alejarás dos pasos de mi vida para verla en perspectiva, con los brazos en jarras y bufando, justo antes de decir que esto es un desastre, que a saber quién ha hecho las reparaciones, que hay mucha tarea que hacer y que mejor ponerse manos a la obra.

Escribo para ti, pensando en ti y, escriba lo que escriba, escribo también sobre ti.

Escribo porque ya no sé dónde poner todos los momentos de complicidad que no hemos tenido.

2 comentarios:

  1. Sinceramente, y después de recorrer tu blog; primero buscando años pasados , saltando luego a temporadas como el verano que siempre fue mi preferido, esquivando echar la tarde entre jazz y tus escritos, al final me han dado las 9 y te he leído casi entero, y digo "casi" porque ha sido a conciencia, por dejar algo para mañana a modo de último bocado, y eso que siempre fui de las que se toman el postre primero y no racionan los placeres.

    Sólo puedo decirte, que aún sin saber quién eres, te me pareces tanto, que me encanta leerte.

    Y que espero que sea falso, que sí tengas quien te ame y unos hijos que te lo recuerden.

    Un saludo.
    M.

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